Recientemente y a raíz de la pandemia epidemiológica en la que nos hallamos inmersos, se ha detectado un aumento considerable de hasta un 246% de las autolesiones producidas por menores. Por eso, nos encontramos con más familias que nos preguntan qué deben hacer en el momento en que se encuentran en esta situación con sus hij@s..
Cuando hablamos de autolesiones, nos referimos concretamente a aquellas conductas que impliquen una provocación deliberada de lesiones en el propio cuerpo sin una finalidad suicida. Las lesiones más habituales son los cortes en brazos o piernas, pero en otras ocasiones, podemos identificar conductas como arrancarse las costras de las heridas, golpearse, hacer quemadas, arañazos o arrancarse el cabello.
Aunque cada situación es diferente, podemos identificar algunos factores de riesgoque se encuentran presentes en la mayoría de adolescentes que presentan esta conducta, así como algunos factores de protección:
Para poder apoyar a un/a adolescente con este tipo de conducta, es muy importante entender los motivos que le están llevando a realizar las autolesiones. Las principales causas son:
Todas estas conductas, causan un ciclo que genera un alto sentimiento de culpa y remordimientos en los/las adolescentes, que les llevan a repetir el mismo procedimiento, lo que llamamos el círculo de las autolesiones:
COMO PADRES, ¿CUÁLES SON LAS SEÑALES DE ALARMA QUE NOS DEBEN PONER EN ALERTA?
Aquellas conductas de los adolescentes que deben ponernos en alerta y hacernos sospechar que se podrían estar produciendo este tipo de conductas son las siguientes:
- Uso de manga larga, incluso cuando hace calor.
- Pasar mucho tiempo solo en la habitación o en el lavabo.
- Negarse a realizar actividades que muestran ciertas partes del cuerpo.
- Tener lesiones frecuentes que no pueden contar.
- Cambios en la actividad y el humor, por ejemplo mayor agresividad.
- Expresar sentimientos de fracaso, inutilidad, pérdida o desesperanza.
- Falta de energía.
- Cambios en la rutina del sueño (dormir más de lo habitual o dificultades con el sueño).
¿QUÉ HACEMOS, PUES, SI SOSPECHAMOS DE LA EXISTENCIA DE AUTOLESIONES?
- Empatizar con nuestro hij@. Debemos recordar cómo adultos que, cuando el adole
scente siente un alto nivel de malestar, esta puede ser su manera de reaccionar. No es la más adaptativa, pero es la que tiene ahora el adolescente.
- No ignorar la situación, es muy importante reconocer que es muy difícil para el adolescente hablar sobre este tema, en vez de profundizar sobre los detalles de las lesiones, hablar con él sobre cómo se siente y cómo podemos ayudarle/a.
- Hablar con el/la adolescente y, sobre todo, escuchar en el momento adecuado.
- Nuestra actitud debe ser de comprensión y cariño, y NUNCA de juicio ni castigo.
- Conocer los propios límites, si crees que tu hijo puede estar en peligro o no somos capaces de gestionar la situación, debemos solicitar ayuda de un profesional de la salud mental..
- Evitar los ultimátums (si no dejas de hacerte daño, va a pasar…), ya que tienen una baja eficacia y pueden causar un mayor aislamiento en el menor.
¿QUÉ HACEMOS SI SE CONFIRMAN LA EXISTENCIA DE AUTOLESTIONES?
Quitar el acceso del adolescente a la herramienta con la que se realiza las autolesiones si es posible.
- No culpabilizarnos ni culpabilizarl@. Debemos tomar una actitud positiva hacia la situación y hacerle saber que, con la ayuda necesaria, la situación mejorará y que la recuperación es posible.
- Intentar descubrir más sobre el motivo que le lleva a autolesionarse, respetando siempre el ritmo del/de la menor, sin presionar.
- Pedir ayuda a un profesional de la salud mental, explicándole lo que haremos, dejando claro que nos preocupamos por su seguridad y que es muy importante para que él/ella se pueda sentir bien.
- No tomar el control total del/de la menor, permitir que
- siga tomando decisiones por sí mism@, pero ofreciendo la ayuda y el apoyo necesario.
En definitiva, lo importante es que los/las menores sientan nuestro apoyo y seguridad, demostrando que estamos por lo que necesiten y dándoles todos los recursos necesarios a su disposición.
Para poder ayudar a un/a adolescente en esta situación, es necesario abordar los problemas de gestión emocional que se encuentran subyacentes, para poder entender cuál es el origen concreto de las autolesiones y poder dotarlos de otras estrategias de enfrentamiento de estas situaciones.
Alba Blanco